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UN RELATO INAGOTABLE…


"No se podría enumerar las infinitas historias que se pueden llegar a tener y compartir en la comuna 18 de Cali..."
En aquel instante cuando visité a Nancy sentí  cómo si en su hogar faltara algo muy importante; percibí  en los ojos de aquella mujer emociones cargadas de tristeza, soledad, abandono consigo misma. Al entrar a su casa descubrí que había dos habitaciones: un salón saturado con electrodomésticos deteriorados, un cuarto que consta de   cocina, patio y baño. Ella tiene dos hijos quienes comparten la misma habitación, desde la distancia observé un camarote con las cobijas sobre suelo, un computador antiguo, los zapatos y la ropa estaban tirados en el piso, sobre un mueble roto tenían un par de libros.
                                                                                                 
Pedro, el hijo menor de Nancy con una sonrisa tímida retiró los libros de aquel mueble, me pidió que me sentara ofreciéndome una bebida, al rato comenzó a platicar de su madre cómo si se sintiera desilusionado. Al pedirle que me la presente me respondió: “si no es amable con usted, le pido que por favor la disculpe, ella es así”; caminamos hasta el fondo de la casa donde vi a una mujer delgada,  de cabello corto, vestía con un pantalón angosto y camisa blanca, conservaba la mirada baja. En ese instante Pedro me presentó a su mamá. Ella levantó la mirada hacia mí sonriendo me dice: “Mucho gusto, soy Nancy”; bajó nuevamente la mirada, tomó el bolso y salió de la casa, parecía que se había asustado.

Minutos más tarde entré en una de las habitaciones, en silencio observé electrodomésticos viejos, ropa tirada en el piso, asimismo, sentí un olor molesto, al fondo escuché una voz firme diciendo: “buenas tardes”. Era un hombre acostado sobre la cama pero lleno de energía, su mirada transmitía confianza y seguridad. “Soy Miguel, el papá de Pedro y Andrés” dijo; me sorprendí al enterarme que desde hace diecisiete años se le descubrió cáncer en las piernas, durante dos años ha estado en cama sin poder moverse, a pesar de su enfermedad trabaja reparando electrodomésticos, en ese instante llegó un joven delgado, tímidamente me saludó y fue a sentarse frente al computador, era el hijo mayor de Miguel y Nancy.

Días después continué visitando la familia para ganarme su confianza, pero cada vez que frecuentaba el lugar sentía cómo si faltara algo muy importante; pues cada escena se repetía, es decir, Nancy vestía siempre igual, asimismo, se reflejaba en la actitud de Pedro, Andrés y Miguel. ¡Sospeché que allí ocurría algo!

Tiempo después cuando Nancy sentía confianza de expresarme sus preocupaciones, me invitó  a conocer la cocina, allí había mucho desorden: cubiertos, platos, ollas sin lavar; la comida tenía hongos, tenía ropa húmeda cerca al lavaplatos. En ese minuto muchas preguntas transitaban por mi mente cómo: ¿por qué tanto abandono?
Me sorprendí al ver que ella tiró a la caneca de basura una panela y condimentos en buen estado, al preguntarle el motivo de esa acción me respondió: “Es que soy diabética, el azúcar y los condimentos me hacen daño.” Comenzó hablar de su esposo, sus palabras manifestaban rencor y remordimiento: “Miguel, siempre a sido irresponsable, no responde por la alimentación, ni los servicios; tampoco por el estudio de mis hijos. Él estando en silla de ruedas fue mujeriego, me pegaba, me derribaba las cosas, ¡ha sido malo! Antes de conocerlo lo tenía todo, ahora me arrepiento de no haber estudiado, mi peor castigo a sido casarme. ¡Es que yo no me casé para mantener, yo me casé para que me mantengan!”.  Ella lamenta mucho su pasado.

Antes de concluir decidí escuchar la versión de Miguel: “Solo llevábamos quince días de casados y empezaron los problemas con ella; Nancy siempre a sido dejada, no cuida su aspecto personal, no se responsabiliza por los quehaceres de la casa, utiliza la misma ropa por más de una semana. Cuando soy detallista con ella, tira a la basura el obsequio; hace lo mismo con la comida, a veces se me agota la paciencia y le pego, le derribo las cosas, la insulto, porque ella se lo merece. Cuando estaba en la silla de ruedas cargaba el mercado sobre las piernas, aguanté calor, frío, dolor y cansancio. No es justo que ella tire los alimentos que con esfuerzo he conseguido. ¡Cuando llegue la hora de mi muerte, no quiero verla!”
Este escenario fue difícil de entender,  sabía que me encontraba frente a un caso de violencia intrafamiliar; solicité una cita con la Psicóloga Mónica Castrillón a quien le comenté los hechos. Concluyó que existen diversos tipos de familia con diferentes modos de ser, todo depende de la visión que tengan ellos sobre la vida, costumbres, cultura, etc.

Se piensa que Nancy, Miguel, Pedro y Andrés son una familia de tipo nuclear inestable; a pesar de vivir juntos no logran ser  una familia unida, los padres se sienten confundidos sobre lo que quieren manifestar a los hijos, esto es causa de la falta de metas, educación, orientación, por este motivo los hijos crecen inseguros, inestables, desconfiados, temerosos, con una gran dificultad para dar y recibir afecto; por lo tanto se vuelven adultos pasivos, dependientes en este caso las emociones están llenas de culpa y rencor que lo interiorizan.

Al darle un vistazo al pasado de Nancy y Miguel, descubrí que ambos estaban acostumbrados a tener todo lo que deseaban sin dificultad, como un capricho de jóvenes se casaron a los ocho días después de haberse conocido; a causa de esa aventura asumieron una responsabilidad sin estar preparados para ello; por eso ahora optan una actitud indiferente frente a la visión sobre la vida. Ellos dentro de su hogar no están cumpliendo con el rol de padres, Miguel, por ejemplo no es autoritario, es complaciente; Nancy tiene una actitud fría, no es comprensiva, posiblemente Pedro y Andrés si están cumpliendo su rol de hijos por que ellos tienden a parecerse a uno de los dos padres.

Alrededor de esta familia siempre han estado presente otras personas  que los ayudan aportando dinero, alimentos cada mes. A causa de esto Nancy y Miguel se han acostumbrado a que todo se les dé, y cuando una persona no lleva algo a la casa se sienten ofendidos porque piensan que es una obligación de los amigos o familiares aportarles para los gastos de la casa.

A menudo cuando se habla de violencia intrafamiliar se piensa que se debe a que un hombre maltrata a su mujer o hijos, sin embargo este es un tema muy profundo y extenso. La historia que mencioné en este texto se refiere a un maltrato psicológico mutuo, según el periódico El País, reportó que del 70 al 75% de las muertes ocurren por la violencia familiar, y que 120 mujeres denuncian casos de violencia, física o sicológica, diariamente.


Una familia unida, unos padres con una visión clara de la vida para mostrar a sus hijos, con metas y sueños, responsables hace que los hijos crezcan seguros y confiados que al ser adultos se convierten en personas activas y autónomas capaces de expresar sus necesidades por lo tanto poseen un alto grado de madurez.



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